
Tomando en consideración la goleada sufrida en el debut ante el Bayern Munich, el cuadro de Nueva Zelandia ya lleva encajados 16 goles y no ha marcado ninguno
Sonaba a partido intrascendente. De esos que al espectador medio no le apetece ver. Y, sin embargo, tuvo de todo: un jugador que no se quiere ir del campo aunque lo pida su médico, otro que se engancha con su entrenador porque le cambian y hasta un parón eterno de más de dos horas por culpa de una tormenta eléctrica. Y goles. Porque para tormenta, la que fue el Benfica en la segunda mitad.
El conjunto lisboeta necesitaba, no sólo ganar, sino golear. Del golaveraje podría depender su pase a octavos de final. Y logró seis ante el Auckland City que veremos si le es suficiente. Pero fue una goleada que costó más de lo esperado, que no empezó a forjarse hasta casi el descanso y que no se completó hasta el largo descanso.
Benfica dominó desde el principio, pero tampoco apabulló. De hecho fue una sorpresa que tardara más de lo esperado en generar verdadero peligro. Akturkoglu pudo abrir la lata a los 19 minutos en una ocasión franca, pero mandó el balón fuera junto al poste. Lo mismo le ocurrió poco después a Pavlidis. El griego sí que se encontró con la madera.
Poco a poco, el conjunto portugués empezó a llegar con más claridad. Pero, ahí, empezó a emerger la figura de Garrow. El meta del Auckland fue una de las novedades en el once y aprovechó su oportunidad, sacando varios remates entre palos, sobre todo un tiro ajustado de Di María. Sí anoto al borde del descanso el Benfica, pero el colegiado qatarí lo anuló acertadamente por un fuera de juego previo de Pavlidis que, además, hizo falta al portero en el centro al área.
El enfado de Zhou, el penalti y la tormenta
Al final, el Benfica encontró el premio desde los once metros. Un ingenuo penalti lo transformó Di María. El tanto llegaba justo después de una de las imágenes del Mundial. Zhou se encaraba con uno de sus médicos cuando éste pidió su cambio tras recibir un pelotazo en la cara de Carreras.
Zhou siguió en el terreno de juego y vio cómo el ‘Fideo’ abría el marcador de un partido cuya segunda parte se inició con mucho retraso. De nuevo, una tormenta, fue la responsable. El protocolo impidió a los jugadores salir de vestuarios y las gradas se vaciaron por completo. Más de dos horas y media estuvo detenido, todo un récord.
La espera fue larga y al Benfica le costó unos minutos desperezarse. Trubin tuvo que intervenir, pero enseguida se enchufó el club Encarnado. Pavlidis en el 63′ y Renato Sanches diez minutos más tarde, ampliaron la renta.
/MARCA
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