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Rodrygo y Bellingham sellan un pleno sufrido para el Real Madrid

Rodrygo y Bellingham sellan un pleno sufrido para el Real Madrid

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El Madrid controla con suficiencia, se pone 0-2, y desaparece del césped hasta acabar pidiendo la hora. El inglés se retira con problemas físicos, con el Clásico en puertas

El Madrid se complicó un partido que tuvo ganadísimo, con una autoridad indiscutible. Tan seguro se vio de su superioridad que se relajó y consintió al Braga crecer en el último cuarto de hora para acabar achicando balones en su área. Marcó Rodrygo en el inicio, pareció sentenciar Bellingham a la hora, pero se desenchufó de manera inexplicable. Porque es la Champions. Sufrió lo suyo, pero ató el pleno en el ecuador del grupo para sellar la clasificación virtual a octavos. Misión cumplida antes del Clásico.

No hubo asomo de amenaza en dos tercios de partido. Serán pocas las ocasiones en que el Madrid encuentre un rival tan contemplativo sin balón. Confiado a su línea de cinco atrás, sin presionar en la medular, permitiendo los pases diagonales y las carreras a los costados, el Braga dejó constancia de lo que es, un equipo alegre y despreocupado, quizá demasiado para la Champions. Por eso, al poco de superar el cuarto de hora, ya estaba por detrás en el marcador.

Fue Rodrygo quien estableció las diferencias en el majestuoso estadio del Braga. Y conste que la alineación de Ancelotti estaba concebida para ahorrar esfuerzos de cara al Clásico. Sin Alaba, Mendy, Tchouaméni y Kroos, al Madrid le sobró para controlar los esfuerzos lusos. Volvió Nacho a la alineación para mostrar un aspecto desconocido de su repertorio. Un pase largo desde el central al extremo zurdo estupendo que cogió a contrapié al marcador Serdar. No supo si atacar la pelota o a Vini, el brasileño le comió la tostada, sirvió el centro y Goes recuperó la l en el centro de su apellido. Seco desde San Mamés, recuperó el acierto el día en que se especulaba con una posible suplencia. La baja de última hora de Joselu aclaró la alineación y allanó el duelo de Champions.

Con la ventaja en el bolsillo, el Madrid invitó a salir a su adversario. El equipo de Artur Jorge buscó los costados, especialmente con sus carrileros, pero apenas produjeron un par de centros interesante. Es verdad que el Madrid volvió a exhibir sus despistes en los balones colgados, y en uno de ellos tuvo que taponar Bellingham un remate a bocajarro de Al Musrati. Según fueron escurriéndose los minutos fue agrandándose Camavinga, sobrado de recursos para llegar a cualquier posición y corregir. Al equipo de Ancelotti se le puede reprochar que no produjera más ocasiones claras. Un gol anulado por fuera de juego claro de Vinicius y un saque de banda pícaro de Carvajal que Vini no supo resolver, tras esquivar a Matheus.

El segundo acto prolongó la pesadilla del central Serdar, incapaz de sujetar a Vinicius. Subió un punto de intensidad el Madrid por evitar algún susto en una jugada aislada. Bellingham se soltó, después de trabajar en auxilio de Fran García en el primer acto. Obligó a Matheus a un paradón tras una volea durísima. El meta sostuvo a su equipo mientras pudo, conteniendo por colocación un remate con la derecha de Camavinga. El dominio era abrumador. El segundo cayó por su propio peso, en una escapada de Rodrygo que no encontró a Vinicius de primeras, controló Junior en banda y retrasó para que Bellingham colocara junto a la cepa del poste, a lo Kroos. Indiscutible el peso del inglés en el Madrid, con y sin balón.

El partido parecía liquidado, pero el Madrid perdió la concentración de la manera más tonta. Aprovechó una jugada defendida con la mirada por todo el sector izquierdo blanco, Banza dejó a Djaló, anotó el 1-2 y Braga se vino arriba. Pasó primero a defensa de cuatro, después a línea de tres, y llegó con frecuencia y profundidad. Entraron Abel Ruiz y Bruma, más productivos, mientras Vinicius se ganó la bronca del público por encadenar bicicletas delante de Serdar sin . Esas cosas que no benefician a su equipo, pero sobre todo a él. A ver si alguien le reconviene con el mismo genio con que Rüdiger señaló a Fran García tras una pérdida de balón. Ancelotti le sustituyó poco después. Marcó Vinicius en el tramo final escapando desde la medular, pero le pitaron fuera de juego. Milimétrico, como demostró la imagen mostrada por la tele. Tuvieron sus ocasiones los portugueses, con el veterano Moutinho como llegador y una acción magnífica de Abel Ruiz, un lujo en el banquillo. Bellingham se echó mano al músculo y se fue al banquillo, último sobresalto en una noche que empezó plácida y acabó con taquicardia. Bien está lo que bien acaba.

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