Después de la pifia frente al Elche, el Real Madrid regresó a su versión fiable para imponerse al Celta, enrachado hasta la visita al Di Stéfano. A pesar de la ausencia de Ramos, el equipo blanco fue de cemento, y aumentó su abanico de opciones ofensivas. Acostumbrado a definir por dentro, esta vez se impuso desde los extremos, con una pareja que lleva semanas empujando con fuerza: Lucas Vázquez y Marco Asensio. Trabajan, construyen y definen.
La calidad de los extremos doblegó a un rival que se sostuvo, y muy bien, durante 50 minutos. Está claro que hay un Celta AC y DC. Antes y Después de Coudet. El argentino ha dado la vuelta como un calcetín al equipo gallego, que defiende con firmeza y ataca con convicción. Por eso mandó en la primera parte Di Stéfano, pese a no crear muchas acciones claras de gol. Tuvo la primera, clamorosa, en un buen servicio picado de Nolito para Iago Aspas que el Pichichi aprovechó para levantar sobre Courtois. Nacho recuperó la posición, salvó bajo palos y lanzó una contra que desembocó en el 1-0. Lo que es el fútbol.
Asensio condujo la contra por su banda, aprovechó que Araújo salía a encimarle y ganó el metro para poner un centro puro de extremo. Al remate acudió Lucas Vázquez, amagando primero con ir al centro y engañando a Olaza para cabecear el tanto. El fútbol moderno pide a los atacantes jugar a banda cambiada para acumular más ataques por el centro. El gol blanco es un soplo de aire fresco para los puristas, los que siempre aprecieron a los extremos pegados a la cal que apuraban línea de fondo y doblaban centros con veneno.
El tanto tempranero permitió al Madrid gestionar con sosiego el partido. Intentó aprovechar el arreón para aumentar la cuenta, pero en cuanto el Celta se asentó los de Zidane se abrigaron en su parcela, que hacía frío. Nacho suplió al convaleciente Ramos y cumplió ante un morlaco serio como Iago. En la izquierda, tras la aventura ilicitana, Mendy regresó a la titularidad. Es inferior a Marcelo con la pelota, es indiscutible. Para demostrarlo no hace falta acudir al disparo del francés que salió por la otra banda. Pero el Madrid se blinda con él sin balón. Desde mediados del primer tiempo mandó el Celta, con Tapia en la recuperación y Denis en la distribución, pero no conectaron con los puntas. Iago participó algo más, pero Santi Mina no rascó bola.
El descanso no mejoró las expectativas célticas. Al contrario. Un golpetazo de Nacho truncó la escapada de Aspas, que terminó de romperse. Dos minutos después de perder a su mejor hombre, el Celta se deshizo del todo. Modric robó un mal pase de Murillo, Casemiro metió a Lucas y el extremo, en superioridad, entregó la sentencia a Asensio. Si el Madrid pagaba esos días grises de Benzema, la sociedad de los extremos es una bocanada de aire para Zidane y algo de lastre en las botas de Hazard.
El belga calentó a conciencia antes de aumentar el contador de minutos. Entró en el 74, por Asensio. Participativo. Más aprovechó su tiempo Baeza, un producto de La Fábrica que se sintió como en casa. Todo lo peligroso que produjo el Celta en el tramo final llevó el sello del zurdo, incluido un gol salvado por Nacho bajo palos en la prolongación. También pudo marcar el Madrid, especialmente Benzema en dos opciones claras que se le fueron por poco. Habría sido un castigo excesivo para los gallegos, a pesar de inquietar poco. El Madrid fue mejor, agotó los cambios y vivió una noche apacible. Ese es el camino.
/Marca
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