El equipo de Flick goleó equipo al andaluz y aprovechó el empate en el derbi para situarse a un punto de los rojiblancos y a dos de los blancos
El Barça enseñó de nuevo en Sevilla su versión de equipo implacable. Propulsado por un juego resolutivo y ambicioso más que brillante y trufado con goles, los de Flick dieron un golpe de autoridad recortando puntos a Madrid y Atlético y presentando su candidatura al título. Están a un punto de Atlético, a dos del Madrid y lo fundamental, vuelven a depender de sí mismos. Este equipo intimida.
En una batalla cargada de tensión pero saldada con un inocuo empate en el Bernabéu, ni Real Madrid ni Atlético lograron fijar distancias en la clasificación. Era el contexto ideal para que el Barça enmendase tropiezos pasados, recortase puntos y se apoderase de nuevo de la carta que dice que depende de sí mismo para conquistar LaLiga. A Flick le bastó con alinear a los de siempre, pero con algún retoque significativo, como recuperar a Iñigo Martínez, sentar a Cubarsí y volver a dar galones a De Jong, en el partido que debía ser el de su confirmación. Y con el tridente por descontado.
El partido arrancó alocado. Con un gol del Barça a los seis minutos, obra de Lewandowski, y con un Sevilla que le costó sólo uno reaccionar e igualar el marcador. En la banda, Flick no daba crédito a lo que veía. No le había dado tiempo ni a celebrar el tanto a bocajarro del polaco, ideado por Raphinha, con toque sutil de Iñigo Martínez. Un desajuste defensivo, un fuera de juego mal trazado, sirvió la igualada de Vargas. El pulso se había equilibrado asombrosamente en unos instantes. Lamine y Raphinha intentaron dar réplica engrasando el fusil con disparos lejos, el del canterano con una manopla bestial de Nyland.
Y cuando el equipo azulgrana trataba de recomponer su figura, apoderándose del balón, un nuevo despliegue andaluz acabó con un despeje apurado de Szczesny y con Araujo tirado sobre el césped por una entrada de Saúl. Al sevillista la costó la amarilla y al azulgrana, retirarse con una lesión en un tobillo.
El Barça controlaba el balón pero no la intensidad rival. Al Sevilla le bastaba con eso para sentirse candidato al triunfo, pero cometía la imprudencia de descomponerse atrás. Y en ataque, los de Flick saben lo que se hace. Los azulgrana entraron en el tramo final de la primera parte con todo a favor, más aún con un público hostil… con los suyos. “Directiva dimisión” y “Orta, vete ya”, dirigido al director deportivo, atronaba en la grada. Lamine y Koundé intentaron desencallar el encuentro, pero sus chuts no rasgaban a un rival atrincherado. Le faltaba fluidez. Por el contrario, el Sevilla se sacaba de su chistera una chilena de Lukebakic que Szczesny despejaba con enorme mérito. Lamine quiso poner el colofón pero el balón se elevó irremediablemente.
Flick sacudió el equipo en el descanso y la jugada le salió a la perfección. Sentó a Gavi y colocó a Fermín en la mediapunta. Y el cambio surtió efecto al minuto de arrancar la segunda parte. Asistencia de crack de Pedri y cabezazo del canterano, que celebraba su cuarto tanto en los últimos cinco encuentros. Al técnico alemán no se le pueden discutir sus decisiones. Acostumbran a salirle a la perfección. Sólo que esta vez el canterano se marchó expulsado un cuarto de hora después por una entrada a Saw que obligó al VAR a entrar. El listón estaba puesto.
Con ventaja en el marcador, el Barça era ya dueño de la situación. Pasó del susto por un gol anulado al Sevilla a rematar el trabajo. Cubarsí filtró un balón para que Raphinha desenfundara y anotó un gol a la derecha del portero. El brasileño borró algún despiste elevando a 24 tantos su productividad. El Barça demoledor aparecía de nuevo. El 1-3 hacía justicia.
La expulsión de Fermín, sin embargo, emborronó el dominio culé. El Sevilla creyó en la remontada y con media hora por delante apretó, aunque sin excesiva convicción. Más que aplicarse en atacar, el cometido pasaba por controlar el balón el mayor tiempo posible, de ahí la entrada de Olmo, defenderse con orden sin cometer errores y esperar una ocasión. Y la tuvo, en una falta lateral de Raphinha con remate de Eric Garcia de cabeza. Como ya hizo ante el Benfica. Bueno, todos sus goles son de cabeza. El central despega, como también el Barça.
/MundoDeportivo
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS