El VAR anuló un gol al Zenit en el último suspiro por un pisotón previo de Erokhin a Guido Rodríguez. Los verdiblancos se clasifican para los octavos de final de la Liga Europa gracias a su triunfo en San Petersburgo. Claudio Bravo nuevamente estuvo entre los citados
El Betis se ha montado en una ola positiva, casi un tsunami, que lo conduce a los objetivos. Los verdiblancos están en un estado de gracia en el que nada, absolutamente nada, les puede salir mal y eso también tiene muchísimo mérito. Su clasificación para los octavos de final fue más que merecida, sobre todo por los tres goles sumados en San Petersburgo, pero es verdad que el sufrimiento en la vuelta hizo que el gozo fuera aún mayor. Hasta el punto de que el martirio se iba a incrementar cuando el central Chystiakov remató de cabeza a la red en el minuto 91. Todo parecía condenado a una prórroga, pero el árbitro de la sala VOR vio un pisotón de Erokhin a Guido Rodríguez en la acción previa y la anulación fue una verdadera liberación.
Los más de 44.000 espectadores que habían llenado el aforo permitido del Benito Villamarín gritaron, lógicamente, el gol que no habían podido celebrar de los suyos. El Zenit se quedaba sin el premio a los méritos que también había acumulado en algunas fases del juego, que el rival también cuenta, claro que sí, pero el Betis era el justo ganador en el global de los más de 180 minutos litigados, ya que en Rusia había sido más superior de lo que el campeón ruso lo fue en la vuelta.
Incluso también pudo conseguir algún gol en la noche en la que Rusia se convertía en el principal enemigo del resto del mundo con su ataque sobre Ucrania. Los béticos, aunque sufrieron muchísimo, pudieron adelantarse a través de un remate de Guido Rodríguez que se fue al poste y en otro balón con la testa desviado por Willian José y sin rematador final. Ambas acciones se produjeron en sendos córners sacados por Fekir en los minutos 50 y 61. Justo cuando el Betis reaccionó al primer aviso serio del Zenit en otro gol anulado a Yuri Alberto (47’) por fuera de juego claro previo de Sutormin.
Son las circunstancias que va deparando un partido de fútbol, pero es verdad que no lo tuvo nada fácil el Betis. Ni siquiera el magnífico dos a tres firmado en la ida en San Petersburgo fue un salvoconducto hacia una clasificación con serenidad y que le permitiera el mayor ahorro de gasto energético posible. Todo lo contrario, el campeón de la liga rusa evidenció que es un equipo procedente de la Champions y con un ramillete de futbolistas brasileños, más un colombiano, de altísimo nivel.
Fruto de ello, el control durante toda la primera mitad fue para los hombres que lucían un uniforme azul claro. Manuel Pellegrini, sabio en sus advertencias, apenas había modificado el equipo más allá de dejar fuera del mismo a Juanmi y de apostar también por una pareja de centrales diferente, además de la presencia de Guardado por William Carvalho. Total, cuatro novedades de diez futbolistas de campo en la alineación inicial respecto a la que derrotar al Mallorca en la Liga.
Era una prueba de las sensaciones que le quería transmitir el chileno a los suyos, que aquello no estaba resuelto ni muchísimo menos. Y cuando echó a rodar el balón por el cuidado césped del Benito Villamarín iba a quedar meridianamente claro que el entrenador sabe muchísimo de esto. El Zenit se apoderaba de manera absoluta del balón y provocaba que el Betis tuviera que correr muchos kilómetros, demasiados, para intentar recuperarlo. Casi siempre sin éxito, además.
Porque el dominio del Zenit llegó a ser apabullante en este sentido, sobre todo a través de los toques de Claudinho, ubicado en la posición de medio centro en compañía de su compatriota Wendel. El cuadro ruso movía el esférico de un lado a otro y también lo introducía hacia zonas interiores con una confianza absoluta en su calidad técnica. Lo hacía, además, con la intención de progresar, no en un gili fútbol sin sentido, pero, eso sí, ahí se topaba con la seguridad defensiva que demostraban los verdiblancos, donde Pezzella y Édgar eran capaces de dar un paso al frente para tratar de anticiparse y de robar fuera del área.
Los dos, con las ayudas de Guido Rodríguez y de Guardado, hicieron imposible que el Zenit pudiera tener ocasiones claras de gol cuando más polarizó la posesión del balón. Pero esto es el fútbol, es cuestión de saber atacar y también de provocar seguridad a la hora de la protección y en esto el Betis sí estuvo particularmente acertado durante todo ese tiempo.
Es más, la única aproximación con algo de inquietud fue un avance de Krugovoy por la izquierda con un centro peligroso sin remate de sus compañeros. El resto fue colgar balones buscando a Dzyuba, que rara vez podía con la pareja de centrales por arriba a pesar de sus numerosos centímetros. Pezzella, con sus saltos, y Édgar, porque tampoco es bajito, casi siempre pudieron con él.
Al intermedio se iba a llegar en paridad y con la esperanza de que el Betis fuera capaz de ordenarse para recuperar el mando a través de la pelota, pero lo que llegó fue el primer gol anulado, el de Yuri Alberto. El Betis sí le vio las orejas al lobo en esa acción y tomó el mando en un paréntesis de unos 20 minutos que debió servirle para incrementar la ventaja de la ida.
Pero los córners de Fekir no acabaron dentro de la portería rusa y en el tramo final se incrementaría el sufrimiento. Fueron muchos uys y ese gol anulado al final a Chistyakov en un cabezazo en solitario. Bendito pisotón de Erokhin a Guido Rodríguez para evidenciar que el Betis está subido en un tsunami positivo que lo conduce hacia la mayor de las sonrisas. Pues mucho mejor, todos los que profesan la fe verdiblanca lo agradecen, por supuesto que sí.
/Escrito por Francisco José Ortega para El diario de Sevilla
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