El Barça pone pie y medio fuera de la Copa
El Sevilla se impuso con oficio y solvencia a un conjunto blaugrana que mostró un fútbol gris e inofensivo
Koeman presento en el Sánchez Pizjuán, donde las letras pintadas en las sillas brillaban echando de menos el ruido de su gente, un equipo raro en defensa, con Junior en la derecha y Mingueza y Umtiti en el centro. El único indiscutible por presencia y posición, Jordi Alba en el lateral zurdo. Arriba, los habituales, con Messi a la cabeza.
El Barça agarró el balón y empezó a moverlo. A un lado y a otro, con paciencia, buscando el error del rival, pero sin agobiarse, consciente de que la clasificación ya no depende de un solo partido y la vuelta se juega en casa. En semifinales el riesgo es otro, más medido, menos visceral. Ambos equipos se escrutaban, observando cada moivimiento con respeto. Solo el riesgo rompía la apatía: Griezmann se la puso por encima de la defensa a Messi y Leo, de primeras, no pudo superar a Bounou.
Kounde, el mejor del Sevilla, se negó a disfrutar del respeto mutuo y decidió coger la mochila e irse hacia adelante. Aburrirse no era una opción. Suya fue la primera de los hipalenses. Llegó al área y Suso, tras deshacerse con un regate de Alba, la cedió atrás para que el central rematara demasiado cruzado. Lejos de rendirse, cinco minutos después volvió a la carga y, esta vez, hundió la pala hasta encontrar el cofre del tesoro. Entró al área limpio y superó a Ter Stegen. Oficio y precisión, con eso tuvo suficiente el conjunto andaluz para superar al Barça en el primer tiempo. Los blaugrana arrancaron bien, correctos, funcionarios, pero sin chispa, como si no hubiera nada en juego y cansados de la tensión de jugarse la vida en cada partido durante las últimas semanas, prórrogas incluidas. No faltaban ganas, pero faltaba tensión, sentir que tras cada jugada esperaba el abismo.
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