
Fue 3-1 en en Seattle. Paulo Diaz viene saliendo de una lesión y el Muñeco Gallardo prefirió cuidarlo para los partidos con el Inter y Monterrey. Gonzalo Tapia no estuvo entre los citados
No es ningún detalle, claro, pero acaso lo único positivo que puede llevarse River de este debut en el Mundial de Clubes ante Urawa Red Diamonds es el resultado. Ganar, en este primer duelo del grupo, era clave y el equipo del Muñeco lo hizo. Pero por lo demás, el CARP volvió a dejar dudas ante un rival que lo complicó con muy poco. El crossover entre dos universos tan distintos realmente podía resultar en goleada por lo que mostraron los dos equipos en los primeros 15 ó 20 minutos: el rival más pesado para River este martes, y el rival más pesado para River en los últimos tiempos, es River. Así fue cómo se sufrió casi todo el partido. Sin circuitos de juego, con un Mastantuono apagado cuyo rendimiento contrastó demasiado con la expectativa que generó y con los millones que invirtió en él el Real Madrid, con una pasividad alarmante primero para retroceder y luego directamente para defenderse cediéndole el protagonismo al limitado pero entusiasta equipo japonés.
Tal vez hayan sido los nervios lógicos del debut, de saber que el mundo del fútbol iba a posar los ojos durante 90 minutos aquí en Seattle. Tal vez nunca se adaptó del todo al campo de juego. Atenuantes sobran, pero lo cierto es que la pelota empezó a quemarle a River: muy impreciso, no defendió la idea de MG, y se habrá ido con cierta preocupación de cara a lo que viene en un grupo que le irá elevando gradualmente la dificultad y, especialmente, por la lesión de Sebastián Driussi, que a primera vista no pintó nada bien: el Gordo se fue del estadio en silla de ruedas sin poder pisar.
Que los tres goles de River hayan sido de cabeza es curioso: cabeza fue lo que le faltó al equipo para entender cómo jugar el partido, para controlarlo, para que se juegue a lo que quiere el CARP. Por el contrario, los Urawa Reds parecieron darse cuenta de que podían empezar a faltarle el respeto a su rival, que River era no era el cuco que acaso imaginaron, que era endeble atrás y que no hacía pie en una mitad de la cancha con muy erráticos Nacho Fernández y Kevin Castaño.
Así, el rubio Yusuke Matsuo, también conocido como “el 24 de ellos”, se fue transformando minuto a minuto en una especie de Super Saiyajin japonés que les trajo demasiados dolores de cabeza a Montiel y Pezzella. Y Armani tuvo mucho más trabajo del que esperaba.
Se complicó solito River, sí: apenas aprovechó la candidez de los nipones en materia defensiva como para justificar un triunfo que alivia como para dar ese primer paso con el pie derecho en términos numéricos. Lo positivo, en cualquier caso, es que tal vez en otro momento este formato de partido terminaba con otro score.
¿Algo más para destacar? Difícil. La desfachatez de Facundo Colidio para jugar con confianza y para meter la situación que tuvo. La precisión en los centros de Marcos Acuña, que más allá del penal evitable que cometió convidó los goles de FC y Meza y pudo haber hecho hat-trick de asistencias si Mastantuono metía el cuarto cabeceando solito en el área chica. Armani, que siempre está cuando se lo necesita en las paradas más difíciles.
Es poco para la ilusión que llevó a que cerca de 10 mil hinchas movieran cielo y tierra para estar en este punto tan remoto de Estados Unidos, al lado de Canadá. Deberá mejorar muchísimo el equipo contra Rayados de Monterrey en Los Ángeles si quiere pelear en serio en esta competencia: podrá corregir desde la victoria, que siempre ayuda. El tema es que tendrá demasiado para corregir. Con muy poquito, casi nada, Urawa le hizo parir este 3 a 1 que es eso, un 3-1 y nada más. Y nada menos.
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