El Real Madrid mantiene la curva hacia arriba y confirmó su liderato con una victoria convincente ante el Valencia.
Un primer tiempo arrollador, con Bellingham dirigiendo las operaciones y Mbappé sacando brillo a su Bota de Oro, confirmó a ese Madrid autoritario y presionante que apuntaba en el inicio de la era Xabi Alonso. Despachó a un Valencia que justificó su pésimo momento, en el fondo de la tabla, que ni atacó ni defendió bien, aunque atinó a contener la goleada en el segundo acto. Poco consuelo para un grande que coquetea con el desastre. Lo contrario que vive el líder.
Fue la noche del perdón para Vinicius. Porque arrancó de titular, jugó como le pide su entrenador, y aunque tuvo el ramalazo de ego al agarrar el balón para tirar el penalti pese a que había marcado Mbappé, se ajustó a lo que se espera de un compañero. Repartiendo el balón y aceptando su sustitución cuando lo decidió el entrenador. Sin una mueca. Ese es el camino.
Porque Vinicius empezó juguetón. Y generoso. En el esfuerzo, al socorrer a Carreras para evitar el dos contra uno, y al gestionar la pelota, repartiendo juego con sus compañeros. Respondió al perdón de su entrenador, que rehabilitó también a Mastantuono tras su semana de ausencia. El Valencia, que el pasado año dinamitó en el Bernabéu las opciones ligueras del equipo blanco, se presentó como colista de LaLiga y justificó su condición. Con creces.
Porque más allá del esfuerzo defensivo, el mínimo exigible y de algún escarceo aislado, con Danjuma o Thierry, el equipo de Corberán dio síntomas preocupantes. Desde el principio, convirtió a Agirrezabala en su estrella. El meta rechazó dos remates duros de Vinicius y Bellingham. Poco pudo hacer en el penalti que tardó en conceder Busquets Ferrer. Por mano de Tárrega, aunque hubo también placaje a Mbappé. Es extraño que tarden tanto en ver jugadas tan claras. El francés asumió el lanzamiento y repitió el mismo lado por donde falló ante Szczesny.
Empezó a fluir el Madrid. Primero con Arda, que flotó a las espaldas de Mbappé. Después con Bellingham, que Zidaneó como antes de la lesión. El inglés crece con cada partido, y si ante el Barça brilló como enganche, frente al Valencia fue el todocampista capaz de crear y robar. Así llegó el segundo, con Arda descolgándose por el interior zurdo, con Jude leyendo el hueco para darle el pase, con el turco buscando a su socio con un centro templado y con Mbappé colocando un pase a la red con la zurda.
El 2-0 a la media hora despejó dudas. El Madrid firmaba sus mejores minutos del curso. Asfixiante en la presión, encadenó llegadas con frecuencia sin sufrir en cobertura. Con Huijsen y Militao agresivos en la marca, con Valverde adueñándose del carril derecho, y con Tchouaméni corrigiendo cualquier amago de salida valencianista. Así vio la amarilla, al interceptar a Lucas Beltrán en la medular.
Al Valencia le costaba contener las llegadas blancas porque perdía todos los duelos. Es un equipo mustio, alicaído, superado. Lo demostró Thierry, que entró a destiempo a Carreras y regaló el segundo penalti de la noche. Clarísimo. Agarró la pelota Vinicius para tirar el penalti y Mbappé no opuso resistencia. Tampoco era cuestión de montar el numerito. Tiró Vini duro, al centro, regalando la parada a Agirrezabala. Eso sí, para la segunda, al rechace que recogió Güler, tuvo que tirar de muelles para sacar el gol. Mucho mérito para el meta.
Poco pudo hacer el vasco en el tercero. Coronó el deslumbrante primer acto de Bellingham, que controló en la izquierda, quebró en corto a Thierry, a Beltrán y colocó un latigazo junto al poste. Un gol extraordinario que eliminó los tímidos pitos a Vini por tirar -y fallar- el penalti.
Se reprocha a veces al Madrid que le falta colmillo cuando tiene un rival en la lona. Desde luego, nada tuvo que ver el segundo tiempo con el primerto, empezando por los cambios de protección. Alonso quitó a Tchouaméni, por la tarjeta, y a Güler, por el tobillo. También hizo cambios Corberán, primero con Almeida para reforzar el medio y después con tres refuerzos de una tacada para cerrar con tres centrales. El Madrid perdió ligazón con Ceballos y Camavinga en el medio. No por ellos, sino porque el grupo entró en modo ahorro de energía, pensando en Anfield. Pudo marcar Mbappé tras una internada de Vini a lo gento. Carrera hasta línea de fondo y centro atrás. Lo negó el inevitable Agirrezabala.También se estiró algo el Valencia para borrar el 0 en remates a puerta. Almeida conectó un buen zurdazo que sacó Courtois, siempre atento.
Quedaba algún aliciente, claro. El más jugoso, ver si Xabi Alonso cambiaría de nuevo a Vinicius. Pues lo hizo. Por Rodrygo. Y el 7, que estuvo de notable, aceptó sin rechistar. Hasta chocó la mano con su técnico. Bien está lo que bien acaba. También se fue Mbappé, aclamado, relevado por Endrick, que entró como un toro en su estreno con Alonso. Quedaba el cierre a la noche, que corrió por cuenta de Carreras. El lateral, que tiene alma de extremo, se contiene más de la cuenta con Vini por delante. Sin él en el campo acompañó la incursión de Rodrygo, recogió el rechace y colocó un zurdazo explosivo en la escuadra. Gol extraordinario, como el que estuvo a punto de firmar Javi Guerra sobre la hora. Con la derecha y desde la derecha, metiendo rosca, superó a Courtois, pero el palo escupió el golazo. Hay noches en que no sale nada, y el Valencia necesita ya una buena sacudida.

/Escrito por José María Rodríguez para Marca

Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS