Se trata del Grimsby Town, con el que volvía a enfrentarse después de 77 años.
El pozo en el que está hundido el Manchester United parece no tener fin. Este miércoles, los ‘Diablos Rojos’ sufrieron, quizás, el mayor papelón de su rica historia al quedar eliminado en la segunda ronda de la Copa de la Liga de Inglaterra por el Grimsby Town, un equipo de la Cuarta División, que lo venció en una épica definición por penales en la que hubo 13 remates por equipo y provocó un festejo interminable para los hinchas de este humilde club de Cleethorpes, en North East Lincolnshire, en la costa noreste del país.
Después de ir ventaja 2-0, el conjunto que compite en la EFL League Two, el cuarto nivel del sistema de ligas en Inglaterra, sufrió la remontada sobre la hora del United (2-2), que no tuvo a los argentinos Alejandro Garnacho -que en las próximas horas firmaría su salida al Chelsea- y Lisandro Martínez -recuperándose de una operación de ligamentos en la rodilla-.
Pero en una definición impresionante, con 13 penales -esto quiere decir que todos debieron patear y volver a empezar la lista-, Grimsby se quedó con el triunfo 12-11 porque el tiro del camerunés Bryan Mbeumo dio en el travesaño y desató la locura de los apenas 9500 fanáticos que dirán que estuvieron presentes en el Blundell Park de Cleethorpes.
La debacle del United puede ser solo comparable a lo que le ocurrió en 2014, cuando fue goleado por el MK Dons, por entonces en Tercera División (EFL League One), por 4-0, en la misma instancia que este miércoles.
Con una lluvia torrencial sobre sus cabezas, con más de 450 millones de euros sobre el campo y ante un Cuarta División, Rúben Amorim tuvo que soportar hasta el minuto 75 cantos como «Te van a despedir por la mañana» y el sarcástico «¿Podemos jugar contra ustedes cada semana?».
Y no, no fue porque el United saliera con los suplentes. André Onana, Diogo Dalot, Harry Maguire, Fredricson, Hayden Heaven, Patrick Dorgu, Kobbie Mainoo, Manuel Ugarte, Matheus Cunha, Amad Diallo y Benjamin Sesko son los futbolistas que quedan marcados en los libros de historia como los perdedores en Blundell Park, en la costa noreste de Inglaterra.
De forma merecida, el Grimsby, cuarto en la League Two, se adelantó por 2-0 en cuestión de ocho minutos. Primero con un gran remate al primer palo de Charles Vernam, en el que Onana pudo hacer mucho más, y después con un centro que se tragó el camerunés y que Tyrell Warren controló con la mano y empujó a puerta vacía. No había VAR por lo que el tanto subió al marcador.
La cara de Amorim, que venía de perder con el Arsenal y empatar con el Fulham en el inicio de la Premier League, era un poema. También la de Bruno Fernandes, que ya sabía que le tocaría salir a arreglar este desaguisado y que encima tendría que hacerlo con un aguacero que empezó a caer en Grimsby.
La pelota a duras penas rodaba por el césped, mientras litros y litros inundaban el campo de juego.
El Grimsby perdonó y además le anularon el 3-0 por fuera de juego, y el United lo aprovechó. Bryan Mbeumo, tras salir desde el banco, marcó el 2-1 con un gran disparo desde fuera del área y con el Grimsby rendido físicamente, Harry Maguire empató el partido en el minuto 89.
No tuvo tiempo el United para sellarlo en los noventa minutos y el encuentro se fue a la tanda de penales, donde no faltó el drama.
Tras salvar André Onana el único penalti de los nueve primeros que se lanzaron, Matheus Cunha tuvo la oportunidad de solventar el choque, pero le pegó flojo y a colocar, para que lo frene el arquero del Grimsby. A la muerte súbita.
Doce tiros consecutivos sin fallos, incluyendo los aciertos de los arqueros Onana y Pym, lo que obligó a que la tanda volviera a comenzar. La tarde al menos estaba siendo divertida en Grimsby.
Hubo que esperar hasta el lanzamiento 26 cuando Mbeumo, uno de los grandes fichajes del United en este mercado, estrelló su disparo en el travesaño y desató el éxtasis en Grimsby, donde a la gesta de sus jugadores se unió una invasión de campo para recordar una de las noches más importantes de su historia.
Para el United, otro esperpento que unir a la lista y un Amorim -que estuvo toda la tanda sentado en el banco sin ver los remates- al que todo parece conducir a la puerta de salida.
/Clarin
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