Hernán Caputto, quien viene de dirigir a Deportes Copiapó en la Primera B y que reemplazará en la banca a Esteban González se encontrará con un plantel absolutamente diezmado para afrontar la Copa Libertadores
El 2025 quedará marcado como uno de los años más gloriosos para Coquimbo Unido. Con un registro notable de 23 victorias, 6 empates y solo una derrota, el Barbón se adjudicó la corona del fútbol chileno sumando 75 puntos, una campaña que incluso igualó el histórico récord de 16 triunfos consecutivos del Ballet Azul dirigido por Luis “Zorro” Álamos. Sin embargo, el impacto deportivo no alcanza a ocultar un escenario inquietante: el campeón podría enfrentar una desarticulación profunda de su estructura titular justo antes de competir en la Copa Libertadores 2026.
El primer golpe fue inmediato. Apenas terminado el torneo, Esteban González, artífice de la campaña y quien debutó como entrenador profesional a los 43 años, confirmó su salida rumbo a Querétaro de México. Su partida no solo representa la pérdida de un técnico en ascenso, sino también la interrupción de un proceso que recién comenzaba a consolidarse. La dirigencia deberá acelerar la búsqueda de un reemplazante capaz de sostener la competitividad del proyecto, especialmente con desafíos internacionales a la vista.
Pero el éxodo no termina ahí. Cecilio Waterman, uno de los referentes del ataque, anunció su despedida a través de redes sociales. A ello se suma el caso de Matías Palavecino, quien está ad portas de firmar con Universidad Católica y ya fue visto en las inmediaciones de San Carlos de Apoquindo junto al presidente de Cruzados SADP, Juan Tagle.
Otros jugadores relevantes también podrían salir. Bruno Cabrera estaría cerca de sumarse a la UC; Sebastián Galani es seguido por Colo Colo y también podría reencontrarse con González en México; mientras que Diego Sánchez aún no define su continuidad tras la finalización de su contrato.
El riesgo es evidente: Coquimbo podría perder a la mitad de su equipo titular, un escenario crítico para cualquier club, más aún para uno que debe sostener un estándar competitivo superior en competiciones continentales.
La dirigencia se enfrenta así a un desafío mayúsculo: rearmar un plantel campeón sin perder identidad ni solidez, y hacerlo en tiempo récord. La pregunta queda instalada en el ambiente: ¿logrará el Barbón mantener el nivel que lo llevó a hacer historia, o esta desbandada marcará el inicio de un ciclo lleno de incertidumbres?
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