
El Barça ganó sin bajar del autocar ante un flojo Daegu FC
El Barça pareció estar jugando ante un rival de esos amateurs que elegía Cruyff en Holanda para, más que nada, ir probando cosas. Flick hizo lo mismo y puso a Dro de titular, además de una pareja de centrales formada por Araujo y Gerard Martín. Era lo que tocaba. Último paseo, en todos los sentidos, por Corea del Sur.
Que quede claro que escribir esta crónica fue como estar escribiendo bajo la ducha. Da igual que llueva o no (el agua empezó a caer un cuarto de hora antes del partido y no volvió) porque la humedad seguía siendo insoportable y convertía la piel en ríos de sudor. Desde el primer poro que nace en la coronilla hasta el último que acaba en el dedo meñique del pie. El orden lo ponen ustedes.
Era, básicamente, horroroso. Así que imagínense, si viven en un clima mediterráneo (esta web la leen en todos lados), el calvario que supone para quien escribe desde la grada del Daegu Stadium y, sobre todo, la tortura que supone para los ‘foteros’ sin techo que lo hacen desde los alrededores del césped. Con la amenaza de lluvia latente.
Otra cosa: fuera daba la sensación de que las más de 66.000 localidades estarían prácticamente todas ocupadas. Colas y colas. Una vez dentro, y a falta de quince minutos para el inicio, la sensación era de vacío. Eso sí, sonó el himno del Barça tres veces. Las noticias apuntaban a que estaría lleno, al parecer estaban todos en YouTube. En D-Drive son unos genios vendiendo entradas.
En fin, que a Flick ya le va bien, como pasaba cuando el equipo iba, como decíamos, con Johan a Holanda de pretemporada, jugar contra equipos no tan exigentes como suele pasar en Estados Unidos porque aquí el objetivo no es ganar, que también, sino prepararse bien. Esto está más lejos, eso es cierto.
Joan tuvo algún susto nada más arrancar el partido porque, como manda la norma, el Barça juega con la línea defensiva pegada al área rival (entiendan la exageración). Todo eran fueras de juego. Más tarde tuvo una salida que pudo costar un gol, nada grave.
A los cinco minutos, la afición ya había ovacionado tres veces a Lamine Yamal, pero lo hizo de forma especial cuando dejó solo a Lewandowski, que controló demasiado abierto. Y aún más cuando, aburrido del ambiente, se la jugó solo y estuvo a punto de hacer un gol enorme, pese a la debilidad del rival. Todo eran oooooos.
De la jugada que decíamos de Joan Garcia nació, paradójicamente, el primer gol blaugrana. Pelota para Lamine, que, harto, driblió y se la puso en la frontal para Gavi. Recorte y barraca con la zurda. Este tío es oro. Hwang, nada que ver con Juan, solo aplaudió.
Luego Lamine siguió disfrutando, Dro dejó detallitos, Raphinha como si estuviera jugando la Champions, Lamine un caño y otros ooooos. Al final la cogió el brasileño, que se le puso a Gerard Martin y el catalán al polaco con un asistencia chula-chula. El segundo.
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