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Sin liderato por estos Barrios

Sin liderato por estos Barrios

Sorloth rescata un empate de última hora después de que el Atlético juegue todo el partido con uno menos, expulsado el canterano por otra entrada temeraria, y de que Aspas marque de penalti

Se ha llegado a un punto en el que, dependiendo de los colores que vistan, a los futbolistas se les excusa cualquier acción, pero no serán éstas las líneas que busquen una disculpa para lo de Barrios o Le Normand. Primero, lo del primero. Porque llueve sobre mojado con el canterano rojiblanco, expulsado a las primeras de cambio por una entrada temeraria el día del Bayer, expulsado a las primeras de cambio por una entrada temeraria otra vez. En ambos casos tuvo que intervenir la tecnología, en ambos casos el 8 dejó a sus compañeros en inferioridad sin motivo aparente. De hecho los dos lances se produjeron en semejante zona del terreno de juego, de la que el chico debería huir como alma en pena a partir de ahora.

El gozo del Metropolitano, en un pozo. Había notado perturbaciones en la fuerza la tropa rojiblanca antes de que la pelota echara a rodar, por las noticias y sobre todo por la escandalera que llegaban desde Pamplona. Traduciendo el ruido en nueces, la cosa quedaba en que un triunfo ante el Celta valía el liderato para el Atlético. Pero nadie contaba con Barrios. Ni siquiera el propio Barrios. Que se llevó por delante a Durán, conste en acta la víctima, para que al otro Munuera no le quedara otra que atender la indicación de su compañero en el VAR. Simeone resolvió la cosa incluyendo a Koke y retrasando la posición de Griezmann para que ocupara la del sustituido Lino. Con un 4-4-1, vamos.

El dibujo de Giráldez era distinto en defensa y ataque, suele pasar últimamente, y el Celta se hizo de inmediato con la pelota. Algo que posiblemente hubiera hecho también once contra once, algo que en todo caso no tuvo más remedio que hacer once contra diez. Para amasarla con buen gusto y para jugar en tres cuartos, pero para tardar un buen rato en crear ocasiones como tales, que no llegan a esa consideración el cabezazo de Marcos Alonso o el disparo de Fran Beltrán con los que se lanzaron los primeros avisos. El Atlético trataba de refugiarse, más que nada porque fajarse en la presión conllevaba el riesgo de que, sacándola jugada, la escuadra celeste aún encontrara más huecos.

A Giuliano o De Paul les daba de vez en cuando por pelearse con el mundo, pero los gestos del propio Simeone o de sus compañeros ya aclaraban que ordenados estaban más guapos. Aun así el Atlético estuvo a punto de hacer otra vez la del Bayer, en este caso conceder una diana justo cuando el descanso merodeaba por allí. La tuvo sobre todo Durán, que mano a mano con Oblak no terminó de armar la vaselina; la tuvo también Fer López, que disparó desviado. Así que en el ecuador la cosa andaba como en el arranque en lo que al marcador respecta, porque en cuanto a efectivos ya se ha insistido suficiente en que la alegría, en este caso del Celta, iba por Barrios.

Y entonces, Le Normand. Que pisó a Borja dentro del área sin voluntad pero sin necesidad. Y pisar dentro del área se traduce en penalti. Hay quien estos días ha intentado e intentará convencerles de lo contrario, pero es penalti. Fútbol moderno, sí, pero penalti. Si la pelota ya ha pasado, si aún no lo ha hecho o si está en disputa… pe-nal-ti. Así que, después de la correspondiente ensalada de tarjetas, Iago Aspas, que había entrado poco antes, puso el esférico en la red de zurda para adelantar al Celta quizás cuando menos lo estaba mereciendo. También es algo que ocurre con cierta asiduidad. Giráldez quiso fortificarse a partir de ahí con Ilaix en la media.

De perdidos al río, Simeone tiró directamente de Gallagher, Correa y Sorloth. Por los más fundidos físicamente después de una eternidad contra uno más. Peor que estaba el Atlético, ya no iba a estar. Efectivamente, un servicio largo de Giménez originó una pugna escandinava en la que el ariete del Atlético afeó el notable partido que estaba haciendo Starfelt para, una vez sin el agobio del central, sacar el disparo del empate. Soñó ahí el Metropolitano con otra remontada agónica y con ese liderato que se iba por el sumidero, pero la cosa no dio para más. De hecho el Celta tuvo dos contras para llevarse los tres puntos en la prolongación. Pero el tren ya había pasado. Estaría a esas horas en otro barrio. Y a saber dónde estaría Barrios…

/Marca

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