Clásico Universitario podría reprogramarse a petición de Universidad de Chile

Durante esta jornada, el presidente de Azul Azul, Michael Clark, sostuvo una reunión clave en Paraguay con los altos mandos de la Conmebol y los dirigentes de los clubes semifinalistas de la Copa Sudamericana.

El encuentro tuvo como eje la coordinación de aspectos logísticos y organizativos de la fase final del certamen, pero también abrió espacio a conversaciones que reflejan las tensiones deportivas e institucionales que atraviesa la Universidad de Chile en un momento decisivo de la temporada.

Clark calificó la cita como positiva y productiva, destacando el ambiente de camaradería entre los representantes de Lanús, Atlético Mineiro e Independiente del Valle. Según sus propias palabras, el diálogo permitió afinar detalles sobre la eventual final en Asunción y dejó una impresión favorable sobre el retorno del cuadro universitario a instancias continentales de esta magnitud: “Se anotaron todos los detalles de cómo sería una potencial final en Asunción. Creo que fue una buena reunión. La gente destacó mucho la vuelta de la U a esta instancia”, afirmó el dirigente.

Sin embargo, detrás del tono optimista de sus declaraciones se esconde un problema más complejo: el ajuste del calendario competitivo que enfrenta la Universidad de Chile. Según reveló La Tercera, Clark aprovechó su estadía en Paraguay para sostener una conversación paralela con el presidente de la ANFP, Pablo Milad, a fin de expresar su preocupación por la sobrecarga de partidos que se avecina. El club deberá disputar seis encuentros en 18 días, un escenario que, de acuerdo con fuentes del CDA, genera inquietud tanto por el desgaste físico como por la posibilidad de afectar el rendimiento en los dos frentes que el equipo aún mantiene abiertos: el torneo nacional y la Copa Sudamericana.

La mayor complicación radica en la coincidencia entre el clásico universitario frente a Universidad Católica y los duelos de semifinales ante Lanús. En concreto, el partido de ida contra el conjunto argentino está programado para el jueves 23 de octubre, mientras que el clásico se jugará solo tres días después, dejando escaso margen para la recuperación y la preparación táctica. “Clark expuso ante Milad las dificultades que implicaría disputar dos partidos de alta exigencia con pocos días de diferencia”, señala el citado medio.

Aunque el dirigente azul planteó formalmente su inquietud, la respuesta de Milad fue cautelosa. “Es algo que deben evaluar en Quilín”, habría dicho el presidente de la ANFP, dejando la solicitud en suspenso. Esa falta de definición refleja no solo las rigideces del calendario chileno, sino también la escasa coordinación institucional entre los organismos del fútbol local en contextos de alta competencia internacional.

Para la Universidad de Chile, este escenario sintetiza el doble desafío que enfrenta: sostener el impulso deportivo que la ha llevado a pelear por el título nacional y, al mismo tiempo, administrar con inteligencia los recursos físicos y emocionales de un plantel exigido al límite. Lo que a primera vista parece un problema de fechas, en el fondo revela el delicado equilibrio entre ambición deportiva, gestión institucional y planificación, tres ejes que determinarán si el equipo de Gustavo Álvarez puede extender su sueño continental más allá de las semifinales.

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