
La Argentina hizo muy poco y volvió a flaquear fuera de casa; cosechó su cuarto traspié en los 18 partidos de la clasificación
La noche en Guayaquil, en la última fecha de las eliminatorias y con los equipos ya clasificados, dejó más que un simple resultado: fue un aviso para la Argentina. La derrota ante Ecuador es una señal que debe ser puesta en contexto: la selección jugó con medio equipo suplente, en una cancha siempre difícil y frente a un rival que se mostró sólido. Al mismo tiempo, volvió a marcar cierta dificultad para afirmarse cada vez que sale de casa: apenas ganó dos de las últimas cinco veces que lo hizo por eliminatorias.
La noche que debía ser la despedida soñada de Lionel Messi en esta clasificación para el Mundial de 206 terminó en pesadilla para la selección y en la jornada consagratoria de Enner Valencia, el máximo goleador de la historia de Ecuador, que alcanzó el mjón de 100 partidos en la Tri y afrontó, como el rosarino contra Venezuela el jueves pasado, su último encuentro oficial en la competencia antes del retiro. Pero Argentina no estuvo a la altura en una de sus últimas pruebas de fuego previas a la Copa del Mundo y cayó con justicia a manos de un adversario que llegaba entre críticas, tras cuatro encuentros sin anotar y con su director técnico, Sebastián Beccacece, y varios jugadores bajo la lupa.
La tarjeta roja a Nicolás Otamendi en el primer tiempo y el penal concedido por Nicolás Tagliafico sobre el final de esa etapa pusieron a la selección en una situación muy complicada; el equipo mejoró con los cambios en el segundo período, pero le faltó claridad y casi no tuvo oportunidades de empatar.
El comienzo argentino fue tormentoso. No solo los primeros 15 minutos fueron sus peores en estas eliminatorias, sino también uno de los tramos más flojos en los siete años del ciclo de Lionel Scaloni. Era comprensible: el entrenador decidió modificar media formación, entre bajas obligadas y cambios tácticos, con la idea de preservar a algunos titulares y dar minutos a quienes habían jugado menos, como Nicolás González y Giuliano Simeone. El plan no funcionó: desde el comienzo se notó que las pequeñas sociedades que distinguen a esta selección no aparecían, y Ecuador aprovechó esa falta de coordinación para generar peligro.
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